HISTORIA DE OJÓS
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- Publicado: Lunes, 16 Mayo 2016 18:40
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Ojós y El Valle de Ricote en tiempos prehistóricos
En época prehistórica el Valle de Ricote estuvo transitado y habitado por varias culturas, que se han sucedido en el tiempo. En el Salto de la Novia, paraje de Ojós, que divide Ojós de la vecina Ulea, existen indicios de un asentamiento íbero. La zona era ideal para ellos, ya que disponían de: una defensa natural casi inexpugnable, las montañas y el río; un clima favorable todo el año, el clima mediterráneo con veranos calurosos e inviernos suaves; y una fuente de riquezas que podían aprovechar para cultivar la tierra y crear pequeños poblados en torno a ella, el río Segura.
En Ojós también habitaron los Romanos
En el Salto de la Novia, una vaguada entre dos espolones rocosos del río Segura, se excavaron entre 1970 y 1972 los restos de un poblado romano, datado entre los siglos IV y V d.C. Este núcleo es conocido como la ciudad romana de Rikut. La importancia y trascendencia de este yacimiento está en la defensa del paso del río Segura por el Valle de Ricote. La disposición de las estructuras encontradas en la excavación hace que estén alejadas de las típicas villas romanas frecuentes en otros lugares de la Región de Murcia. Se acerca más a los poblados de la decadencia del Imperio Romano y la inseguridad de las gentes, que las obliga a replegarse hacia lugares de fácil defensa.
El poblado estaba rodeado por una muralla que, alternando con el paraje natural, cerraba la zona. El yacimiento está dividido en habitaciones aterrazadas, que permanecían unidas por una escalera. De estas habitaciones se ha podido deducir que las casas romanas del Valle constaban de cocina-estar, dormitorio interior, alacena (habitación en la que se almacenan alimentos), y corral para animales. De los restos encontrados destacan la gran cantidad de doleas para almacenaje (vasijas de gran tamaño), y objetos de metal pertenecientes a las riendas de un caballo.
La Leyenda del Salto de la Novia
Según lo cuenta Juan Torres Fontes, entre Ojós y Villanueva, y a orillas del río, hay una barbacana frente a la sierra alta de Solvente. La carretera inclinada se acomoda a las irregularidades del terreno, y en el espacio recto comprendido entre dos curvas está el Salto de la Novia.
El nombre de esta parte del Segura, se debe a una leyenda que todavía se conserva junto a otras del tiempo de la Reconquista. Por el lado de Ulea, Ricote, Ojós y Villanueva, se cuentan historias de moros y cristianos: unas dramáticas, y otras heroicas, algunas casi milagrosas, como la que acaeció a dos enamorados y un moro principal, de quien se dice que era rico y poderoso. En este lugar según la leyenda, "saltó una joven cristiana prometida a un joven del lugar tras ser perseguida por un musulmán enamorado de ella. Por estar acorralada en lo más alto de la montaña, saltó y milagrosamente salió ilesa y escapó junto a su amado. Se dice que en la cima de la montaña quedó en la roca la marca de los cascos del caballo del moro, que se paró en seco para no caer por el precipicio".
La dominación árabe encontró un vergel en el Valle de Ricote
En el año 711 los musulmanes entraron en la Península Ibérica. En ese momento la zona en la que se encuentra Ojós pertenecía al conde Teodomiro. Por esta razón se piensa que Ojós formó parte de una de las ciudades que se citan en el Pacto de Tudmir o de Teodomiro. Mediante este pacto las tierras de Murcia pasaban a poder musulmán, pero la población podía mantener su cultura y costumbres. El origen de la población parece ser árabe ya que, al margen de la población romana que se encontraba entre Ulea y Ojós, los restos arqueológicos más importantes hallados llevan a estructuras defensivas de origen musulmán. Entre estos restos se encuentran los del Castillo de Alarbona o Peñascales. También parece tener origen árabe el topónimo de la villa. Ojós puede derivar de la palabra musulmana Oxox, que significa "los huertos" o "los caseríos". Desde el estrecho paso del Solvente se controlaba el discurrir del río Segura por todo el Valle de Ricote. Los musulmanes, con buen juicio, sabían que controlando este punto de la geografía de Ojós mantendrían a salvo la vida del Valle.
Pacto de Teodomiro (Donde se cita a Iyyih (Eio, Oxox, Ojós))
Ciudades integrantes del pacto de Teodomiro, año 713.
El Pacto de Teodomiro (también conocido como Pacto de Tudmir o Tratado de Orihuela) fue un tratado dhimmi firmado el año 713 entre ‘Abd al-‘Aziz (hijo de Musa ibn Nusair, gobernador del norte de África) y el duque cristiano visigodo Teodomiro, Tudmir en árabe (príncipe y gobernador de la provincia de Aurariola con capital en la actual Orihuela) a inicios del siglo VIII. Fue suscrito en el año 713, dos años después del inicio de la conquista musulmana de España.
Antecedentes
El control islámico se propagó en gran medida bajo el califato de los Omeyas. Así, había alcanzado todo el oeste de África en Magrib donde vivían los bereberes. Estos pueblos se convirtieron rápidamente al Islam y se unieron a las filas militares. Con sus armas y destreza superiores, los califas fueron capaces de extender su control en España.
El primer conquistador islámico destacado en entrar a España fue el comandante bereber Táriq ibn Ziyad. Musa ibn Nusayr era el gobernador de África del Norte bajo el califato de ese período y fue él quien ordenó a Táriq iniciar la primera oleada hacia España vía el Estrecho de Gibraltar en la primera de 711. Una vez en Gibraltar, Táriq tomó tiempo en asegurar una base de operaciones para sus fuerzas y fortificarla con un muro, entre otras defensas. Tan pronto como esto estuvo terminado, Táriq envió una fuerza invasora a la ciudad de Carteya (o Cartaja) y al distrito de Algeciras y ambas fueron prontamente sojuzgadas. En poco más de dos meses, Táriq había forjado su avance con firmeza a través del sur de España y empezó su arremetida en el centro de España donde venció al rey visigodo Rodrigo en la Batalla de Guadalete. En ella, Táriq venció al ejército de Rodrigo contra toda probabilidad. De ahí, Táriq se trasladó a las ciudades de Écija y de Córdoba, ignorando órdenes que había recibido previamente de Musa para regresar al África o permanecer estacionado hasta la llegada del gobernador a España. Tras atacar y vencer a estas ciudades, Táriq se trasladó con relativa facilidad tan lejos como a Guadalajara. Luego, tomó rápidamente el control de Toledo y sus territorios circundantes antes que la falta de refuerzos de Musa provocaran su retroceso, con lo cual se retiró a Toledo y permaneció allí hasta que el propio Musa fue a encontrarse con él con desprecio y envidia, demandando el botín de la conquista.
Poco después que Musa llegara a Toledo, el califa Walid I le ordenó a él y a Táriq presentarse en la corte real en Damasco para hablar sobre su campaña en España. A la salida de Musa hacia Damasco, abdicó su autoridad sobre las regiones conquistadas a su hijo ‘Abd al-‘Aziz, quien continuó el trabajo de su padre y de Táriq. Fue ‘Abd al-‘Aziz quien finalmente llevó sus tierras conquistadas hasta la provincia de Aurariola donde firmó el tratado con el Duque visigodo, Teodomiro. Fue un tratado que se hizo conocido como Pacto de Tudmir y la provincia visigoda de Aurariola desde entonces fue denominada Tudmir continuando la capital en Orihuela como en la época visigoda tras la desmembración del Imperio romano.
Significado del Pacto
Este acuerdo entraña una significación especial con respecto al comportamiento diplomático de los musulmanes y su tratamiento de los enemigos y pueblos conquistados. Sugiere que los musulmanes tuvieron éxito en una toma de poder pacífica del sur de España, específicamente de:
Ūriūla (Orihuela), Laqant (Alicante), Lūrqa (Lorca), Mūla (Mula), Oyyoh o Iyyih (Eio, Oxox, Ojós), Bqsra (Begastro) y Bilāna (Villena). El acuerdo estableció que los visigodos podían mantener el control y continuar practicando su fe cristiana, pero solo si pagaban los impuestos y no colaboraban con los enemigos de los musulmanes.
Si bien el Pacto de Teodomiro en sí mismo podría parecer no haber sido particularmente notable en su propio contexto y a pesar del hecho de que la literatura que es pertinente específicamente al Tratado es un tanto rara, debe ser considerado importante en retrospectiva debido a sus implicancias culturales, religiosas y sociológicas.
¿Por que afirmamos que el nombre de Iyyih corresponde al de Ojós?.
Según Mariano Gaspar Remiro (1905) gracias a las valiosas indicaciones que se contienen en el códice árabe de autor anónimo, titulado "Tratado de Geografía" (Quitabo, p. 21) respecto de la ciudad de referencia, podemos aducir nuevas y más precisas noticias que resuelven en nuestro sentir, satisfactoriamente no solo su verdadero lectura, sino también su correspondencia actual con la población llamado Ojós, que antepusimos al traducir el texto de la capitulación. Al describir el autor del susodicho códice el curso del Teder ó Segura en su descenso hacia Murcia, fija la confluencia con este del que llama el río Monjux, refiriéndose sin duda al llamado hoy Mundo, en un terreno donde, dice, se hallan minas de cobre de más excelente calidad que el de otras regiones de la tierra y del cual se hacía gran exportación á las ciudades del Yemen, del Irac, de la Siria y otros países: menciona á continuación que el Segura recoge también las aguas del llamado Calasparra, y luego penetra por la angostura ó desfiladero llamado de la Fuente Negra, constituyendo dicha angostura y fuente una de las maravillas del mundo. Pues la angostura viene a ser como si por creación divina se hubiese realizado un corte en medio de una montaña de mármol rojo, quedando a derecha e izquierda dos muros que miden aproximadamente cincuenta codos de elevación. La angostura mide de longitud la distancia de cuatro parasangas; su mayor anchura tiene la medida de un marjal y la cuarta parte de éste su mayor estrechez. Por la maravillosa angostura, sigue diciendo el autor, penetran las almadías ó balsas de maderos, que descienden por dicho río hasta Murcia y más abajo de ella, y á su extremo se halla la Fuente Negra, que brota en medio del cauce del río, descubriéndose en su fondo el agua propia de dicha fuente, la cual es grata al paladar, y se dice que de ella se suministraban los cristianos de la ciudad de Ojós? que fue una de las que entregó por capitulación Todmir (Teodomiro), príncipe de los cristianos a Muza, hijo de Noseir, cuando acaeció la conquista de España. Y dicha fuente, dice con insistencia el autor, daba riego a todos los campos de aquella ciudad, habiendo sido elevadas sus aguas, al efecto, por los cristianos. La lectura de este pasaje nos llevó a conjeturar que la ciudad del tratado podía leerse muy bien Oyyoh, y que correspondiese a la actual villa de Ojós del término judicial de Cieza.
Ciudades del Pacto de Teodomiro
Alzamiento de Aben-Hud contra los almohades
El siglo XIII comenzó para Ojós con uno de los hechos más significativos de toda la Historia Medieval del Valle: la insurrección de Ibn Hud “Aben Hud” (Abu Allah Muhammad ibn Yusuf ibn Hud al Yudamí) contra el poder almohade.
Dice la Crónica General que:
En junio del año 1228 "levantouse en el castiello de Ricot, en término de Murcia, un moro que diziem Abenhut".
También lo narra la Crónica del rey Fernando III:
"En aquél tiempo era Aben-Suc (Aben Hud) un moro que se levantara en Ricot, un castillo de Murcia, que se alzó contra los almohades, que apremiaban cruelmente los moros de aquesse uar, e ellos, con la gran premia de los almohades, levantáronse con Aben Suc e recibiéronlo por señor de la tierra de Murcia".
Lo indudable es que habiendo reunido Abenhud algunos soldados bravos de guarnición indígena de Murcia, salió de esta ciudad á 9 de Racheb, según unos, ó á fines del mismo mes, como quieren otros, del año 625 de la hégira (1227) en dirección á un lugar, que los autores llaman Assojairat ó Assajur (peñascales en Oxox), situado cerca de Ricote, perteneciente al distrito de Murcia, y pudo fortificarse en un castillo llamado Alarbona. El hecho de que Abenhud díese el primer grito de insurrección en el valle de Ricote, según refieren los autores árabes, consta también en la Chrónica de San Fernando.
Luego de situarse Abenhud en el castillo mencionado ó acaso antes de su salida de Murcia, parece que entró en relación con un famoso bandido nombrado Alcaxatí ó Algaxatí (al-Guštî según Varios-HRM, 1989:194) que se unió á su causa, así como otros muchos, gente de mala ralea, pero habituados a arriesgar su vida en cualquier momento, y al frente de ellos realizó algunas algaradas contra los cristianos vecinos, saqueando y cautivando a los que pudo.
El gobernador almohade de Murcia Abulabas, hijo de Abuimran, hijo de Yuúsuf, hijo de Abdelmúmen, salió contra Abenhud, pero éste no sólo le derrotó persiguiéndole hasta la capital, sino que también entro en ella.
Derrotado el hijo del gobernador almohade de Murcia, Aben Hud siguió conquistando Almería, Granada, Málaga, Córdoba y Sevilla, así como las ciudades levantinas de Alcira, Denia y Játiva. Se proclamó emir realizando las preces en nombre del califa de Bagdag el 4 de agosto de 1228.
Al-Himyari nos informa detalladamente de estos acontecimientos
Ibn Hud informó de su intención de entrar en Murcia a quien desempeñaba el cargo de cadí por entonces, a Abu l-Hasan al-Qastalli y le hizo saber que si lograba poner en práctica su proyecto, la dinastía almohade en al-Andalus no tardaría en sucumbir. Este tendió una emboscada al gobernador de Murcia: le informó de que el nuevo sublevado estaba dispuesto a desistir de su propósito y a someterse de nuevo a la autoridad almohade. Ibn Hud salió de al-Sujur, camino de Murcia y, ya dentro, en vez de presentar su respetos detuvo al gobernador y se proclamó emir almoslimin bajo la autoridad espiritual de Abucháfar Almostansir, el califa abasí de Bagdad, el 1º de ramadan del año 625, 4 agosto 1228. . La entrada de Abenhud en Murcia había sido favorecida por el cadí de la ciudad Abulhásan Alí, hijo de Mohámed, el Casteli. Inmediatamente marchó desde Játiva su gobernador Abusaid, hijo de Mohámed, hijo de Abuhafs, hijo de Abdelmúmen, a fin de sofocar la insurrección de Aben-hud; pero fue derrotado también por el valeroso rebelde y obligado a retroceder a su ciudad, desde la cual pidió auxilio a Almamun, que permanecía en Sevilla. Este, que a la sazón se hallaba desembarazado de su rival el Bayesí, salió con su ejército de Sevilla, se dirigió a Granada, donde se detuvo engrosando sus filas con las tropas de esta ultima región, y después de enviar por delante un aviso al de Játiva alentándole á sostenerse y asegurándole que iba en su auxilio, se puso en marcha en dirección a Murcia. Animado Abenhud por los triunfos anteriores, avanzó al encuentro de Almamun hasta los llanos de Lorca; pero trabada batalla, fue batido y corrió a encerrarse en Murcia. Acto continuo puso sitio Almamun a dicha ciudad, pero no pudo tomarla y se volvió a Sevilla. No es de creer que solamente la resistencia que ofreciera Abenhud, fuese bastante para que Almamun se retirara sin apoderarse de Murcia. Ocurrió que su rival en Marruecos, Yahya, hijo de Anásir, avanzando desde su refugio de Timmalel, al frente de numerosos partidarios, se había apoderado de la capital del imperio, echando y matando a los de Almamun. Llegado éste a Sevilla, a instancia de sus partidarios en Marruecos, decidió pasar el Estrecho, a fin de restablecer su imperio en dicha capital. Pero no contando con fuerzas propias para asegurar el golpe, pidió auxilio al rey de Toledo, Fernando, quien le prestó un cuerpo de 12.000 jinetes a cambio de varias condiciones.
La salida de Almamun hacia su corte de Marruecos en 1228 fue el momento aprovechado por los musulmanes de España para alzarse, como un solo hombre, contra la dominación de los almohades; estos fueron expulsados y asesinados en todas las regiones del país. Los jefes rebeldes de las ciudades musulmanes, al echar a los almohades, se apresuraban a reconocer la soberanía del emir de Murcia Abenhud. De suerte que vióse este en un tiempo relativamente breve dueño de casi toda la España árabe y aun llegó a dominar en Ceuta durante tres meses. Únicamente quedaron fuera de la autoridad de Abenhud, a juzgar por lo que se consigna en los anales musulmanes, los de Valencia y los de la comarca de Niebla.
Acaso Abenhud en otras circunstancias hubiese podido consolidar en sus manos un poderoso reino de toda la España árabe, que retrasara algún tiempo el avance de los cristianos del Norte; pero, como ha dicho Almacarí, el espíritu de revuelta se habia infiltrado en los corazones de los musulmanes: al año o poco mas de su reinado tuvo Abenhud que dar muerte al cadí de Murcia apodado el Castelí, el mismo que antes le había facilitado la entrada en dicha capital, por haber promovido una sedición contra él. Pero la rebelión más formidable, contra la cual hubo de luchar Abenhud y que no llegó a sofocar, fue la promovida por su rival y heredero del poder musulmán en España, la de Abenalahmar, el fundador de la dinastía de los Nazaritas de Granada.
Abenhud había contado desde el primer año de su alzamiento con la adhesión de los musulmanes de Almería, donde le reconoció y proclamó el rebelde en ella contra los almohades, Arramidmí, el cual marchó seguidamente a Murcia, a fin de rendir en persona su homenaje a Abenhud. Entonces retuvo éste á Arramimí en su corte y le nombró dulvizaratain (el investido de la doble dignidad de visir), confiándole con amplios poderes la dirección de los asuntos del reino.
Aben Hud logró realizar parte de su programa:
- Consolidación del espíritu de unidad en al-Andalus frente al opresor almohade.
- Guerra abierta frente al enemigo común, en lo político.
- Incorporación a los abbasies en lo confesional.
Pero tuvo grandes dificultades en afirmar su autoridad en un extenso Estado. Como obra de soldado que fue, su imperio no tenía mayor fundamento que la fuerza de su espada, por ello, unos reveses sufridos ante las huestes castellanas, tuvieron efectos desproporcionados dentro de sus dominios. Pese a sus dotes guerreras, se sintió incapaz de hacer frente a los avances de la reconquista cristiana.
Andalucía occidental escapó de su control; las tierras valencianas se dirigierón a Aragón; y Granada, Málaga y Almería también se sublevaron. Sólo pudo mantener su autoridad en los territorios de Murcia-Albacete y Orihuela-Alicante, es decir, en el Reino de Murcia.
Aben-Hud muere en Almería, diez años después de su sublevación, a manos de su gobernador al-Ramini, quien hasta entonces, gozaba de toda la confianza del emir. Pueden ser varios los motivos que impulsaron a ibn Hud a viajar a Almería y varias las circunstancias de su muerte sobre la que no se ponen de acuerdo las fuentes, tanto árabes como cristianas. Es probable que marchara a Almería como motivo de un viaje de inspección a fin de asegurarse de que la plaza estaba bien defendida, convertirla en refugio y tenerla como depósito de sus riquezas y como puerto de salida hacia el norte de África ante el caso de extrema gravedad e inseguridad de su gobierno.
Otras fuentes precisan que Aben-Hud confió a su walí de Almería una hermosa cristiana de la que estaba enamorado, pero que no podía tener porque había prometido a su esposa que no le metería otra mujer en casa. Al walí le gustó la cristiana y la guardó para él. Indignado Aben Hud con tal proceder, tomó el camino de Almería con una gruesa fuerza, pero su maquiavélico subordinado se las arregló para reconciliarse con él y le devolvió a la mujer; al atardecer, cuatro hombres del gobernador entraron en el aposento de ibn Hud y lo asesinaron ahogándolo en el baño.
Esta circunstancia de su muerte también la confirman las fuentes cristianas:
"uno de los suyos, que había por nombre Aben Arrumini, convidole e embriagole e afogóle en una pila de agua".
La muerte del emir provocó un tremendo colapso en Al-Andalus. Murcia perdió para siempre su protagonismo histórico en el siglo XIII y con ello una nueva etapa se abrió en el lento, a la vez que precipitado, discurrir de la historia de la España musulmana.
El reino que conservaba se desintegró. Aunque valiente y ambicioso, Ibn Hud sufrió su falta de capacidad política, y el poderoso brazo amenazante de la Reconquista Cristiana del siglo XIII.
El Pacto de Alcaraz, la entrada cristiana en el Valle
A mediados del siglo XIII la inestabilidad en el poder del reino de Murcia hizo que el campo estuviera en perfectas condiciones para ser conquistado por los ejércitos cristianos. Las querencias personales de los distintos gobernantes que se sucedieron en la zona llevó al reino a un hundimiento político, militar y económico. Al Pacto de Alcaraz de 1243 acudieron los dos bandos: el cristiano, de la mano del infante don Alfonso; y el musulmán. Por parte musulmana acudieron numerosos arráez para aceptar la capitulación, cada uno independiente en su zona. Entre ellos figuraba el del Valle de Ricote.
Este pacto suponía la supremacía de Castilla sobre el reino de Murcia. La mitad de las rentas públicas y las principales fortalezas cayeron en manos de los castellanos. A cambio, Castilla protegía y respetaba a los musulmanes que vivieran en las tierras conquistadas. Pocos años después, en 1264 se produjo la revuelta de los mudéjares por causas como el incumplimiento de los acuerdos entre ellos y Alfonso X. La entrada en Murcia de Jaime I dos años más tarde devolvería el Reino a los cristianos.
Los mudéjares del Valle estaban gobernados y representados ante los castellanos por la aljama. Las figuras más importantes de esta aljama eran los jeques o suyuj, los "viejos u hombres buenos". Bajo el amparo de la aljama, en el Valle tenían sus propias leyes, practicaban libremente su religión y casi disponían de independencia jurídica y administrativa. Al final del siglo XIII, la sucesión de Alfonso X se complica por la muerte de su heredero. Subirá al trono Sancho IV, que contó con la ayuda de algunas órdenes religiosas a las que había prometido tierras si lo apoyaban en su empeño de ser Rey de Castilla. El Valle de Ricote sería una de estas zonas en 1285.
Tras una buena administración durante el último cuarto del siglo XIII, la encomienda de la Orden de Santiago se vio en condiciones de negociar con Jaime II. El Rey aragonés había invadido el reino de Murcia en 1296, pero los castillos del Valle de Ricote siguieron perteneciendo a la Orden. Una excepción a este hecho fue el Castillo de Blanca, recuperado más tarde por la encomienda. Tras algunas escaramuzas entre aragoneses y santiaguistas, las posesiones de ambos quedaron establecidas, hasta que a principios del XIV Castilla volvió a tomar el reino de Murcia bajo su mando.
Bajo el poder de la encomienda se hallaba una unidad jurídica, política y económica que era el Valle de Ricote. Los representantes de la Orden de Santiago eran los comendadores. Algunos de estos comendadores fueron personajes importantes dentro del mundo político y económico del Reino a partir del siglo XIV. Durante el siglo XV la encomienda pasó por las manos de varios comendadores, algunos de ellos pertenecientes a la más alta nobleza del Reino. Fue un siglo en el que eran frecuentes las conversiones al cristianismo por parte de los mudéjares.
1498 Alí ben Muça, y en 1511 Juan Hurtado, Alcaldes del Valle de Ricote
Antes de la conversión forzosa los mudéjares del reino de Murcia se agrupaban en sus aljamas en torno a los moros viejos de la aljama de la villa, de los jurados y, en el caso del Valle de Ricote, de su alcalde mayor, llamado en 1498 Alí ben Muça. El Valle tenía también un pregonero para todos los pueblos y un almotacén, elegido por el comendador de tres que le presentaban. Tras la cristianización se mantienen las mismas categorías, exceptuando a los viejos, ahora llamados regidores: encontramos dos en Ulea, Blanca, Villanueva y Ricote, mientras en Ojós y Abarán no había ninguno. Al igual que antes, sólo había un alcalde para todo el Valle, en este caso, Juan Hurtado en 1511.
Creación de la parroquia de Ojós, agosto de 1505
La población mudéjar de Ojós se convirtió al cristianismo en el año 1501. A partir de este momento nacería en el pueblo la idea de separarse de Ricote y convertirse en Concejo independiente. El siglo XVI comenzó en Ojós, y en todo el Valle de Ricote, con un hecho que iba a marcar el devenir histórico de la zona: en agosto de 1505 la bula Inter Caetera del Papa Julio II crea las parroquias del Valle, se implanta una estructura eclesiástica organizada. El responsable de la primera petición para esta creación fue Miguel Pérez de Almazán, amigo del Rey Fernando 'el Católico', que se había hecho cargo de la encomienda un año antes.
La bula Inter Caetera dispuso:
-La creación de las parroquias.
-Puso la parroquia de Ojós bajo la advocación de los Santos Felipe y Santiago.
-Destinó una serie de ducados para el mantenimiento de los templos y los religiosos que se encargaron de ellos.
-Marcó las obligaciones pastorales de los sacerdotes.
-Se reservó el derecho a la presentación de los párrocos ante la encomienda.
Años después, sin que se conozca la razón, la parroquia pasaría a ser de San Agustín.
Carta Ejecutoria Real firmada por S.M.D. Felipe II exhibida como PRIVILEGIO Y TÍTULO DE VILLAZGO DEL CONSEJO DE OJÓS
A finales de este siglo XVI, en el año 1588, Ojós consiguió lo que venía ansiando desde hacia tiempo, que se le devolviera la jurisdicción como la que tenia antes de 1566 y su privilegio y título del Villazgo de Ojós.
Los vecinos de Ojós acudieron (1573) y suplicaron a S.M. que se les devolviese la jurisdicción real civil y criminal, ofreciendo servir a la Real Persona con la cantidad de maravedíes que fuese justo, mandándose tratar sobre ello en particular con los pueblos mediante Real Despacho del consejo de Hacienda fechado en S. Lorenzo del Escorial a 5-IV-1587 a D. Diego del Águila, que vino y trató en uso de su Real Comisión con algunos alcaldes y regidores de la villa de Ojós, asentando y capitulando con ella sobre el precio, modo y condiciones para devolverle la jurisdicción como la tenía antes de 1566, e inhibiendo totalmente al alcalde mayor de Caravaca del conocimiento de las causas, restituyéndoles al Partido y Gobernación de Villanueva de los Infantes, cuyo Gobernador sólo podía visitar la Villa una vez al año durante diez días para revisar el pósito y propios, acordando y conviniendo el pago de 1100 ducados (412.500 maravedíes) para el servicio de S.M. los servicios prestados por los vasallos de esta Villa y sin ningún tipo de vicio en su plantación, firmado por su Real Mano en el Escorial, por el Comisionado Real D. Diego del Águila ante el Escribano del Rey D. Alonso de Coca y por los alcaldes ordinario de la Villa de Ojós D. Diego López y D. Juan López”.
Esta acción suponía que, a partir de ese momento, Ojós no tenía que rendir cuentas a los gobernadores caravaqueños; poder poner al pueblo las insignias de jurisdicción propias: horca, picota, cuchillo, cárcel y demás; elegir y nombrar cada año a sus alcaldes, regidores, alguacil, mayordomo y demás oficiales del concejo sin contar con Caravaca.
Expulsión de los moriscos del Valle de Ricote en 1613 por las fuerzas reales de Felipe III
El trabajo en la agricultura estaba básicamente ligado a la población morisca. Trabajaban en tierras que habían heredado de sus antepasados musulmanes, pagaban sus impuestos y comerciaban con sus ganancias. Pero a principios del siglo XVII toda su estructura social se vería en peligro ante la posibilidad de que fueran expulsados de la Península Ibérica. El 4 de abril de 1609 Felipe III firmó el decreto por el que los moriscos debían ser expulsados de España. El Valle de Ricote se vería, entonces, privado de los pobladores que durante tantos años habían llevado la bonanza económica a las tierras. En un primer momento se intentó parar esta expulsión desde Murcia, pero a partir de 1611 la salida era inminente. Los moriscos de Ricote llegaron a rogar al Rey Felipe III su magnanimidad, ante un caso en el que las sinceras conversiones e integración social dejaban claro a todas luces la simbiosis que en el Valle se había producido entre todos sus habitantes y la naturaleza que los rodeaba.
Pero la decisión de los partidarios de la expulsión era grande y firme. A partir del año 1613, 2.500 moriscos son desalojados del Valle de Ricote por las fuerzas reales. La práctica totalidad de Ojós tuvo que abandonar la Península Ibérica por puertos como el de Cartagena, en el que se hacinaban los moriscos del sur de España. A lo largo del siglo XVII Ojós se vio sacudida por la subida de los impuestos, por riadas del Segura, malas cosechas y una terrible epidemia de Peste en 1649. Esto no hizo más que agravar la crisis, que había comenzado con la escasa mano de obra que había quedado en las huertas y los campos.
Los grandes nombres de la nobleza castellana y la encomienda del Valle de Ricote. Siglos XVII y XVIII
La familia que estuvo a cargo de la encomienda del Valle de Ricote durante el siglo XVII fue la de Pedro de Toledo. Durante este tiempo tuvieron que hacer frente a dos acontecimientos relevantes para la Historia del Valle: la gran crisis producida por la expulsión de los moriscos, que no se solucionaría hasta el siglo XVIII; y las disputas entre don Fabrique de Toledo Osorio y el conde-duque de Olivares, que se saldarían con la concesión del título de comendador a don Fabrique. El Concejo de Ojós se organizó con dos regidores perpetuos. En el siglo XVIII varios miembros de la familia Massa, una de las más destacadas de la localidad, ocuparon estos cargos políticos de Ojós. Los Massa eran originarios de Extremadura, y se emparentaron con otra de las familias relevantes de la villa, los Marín y Melgarejo. De estos importantes linajes ojenses han llegado a la actualidad casas blasonadas con sus escudos de armas en Ojós, e incluso han dado nombre a calles del pueblo.
El Siglo XIX y sus múltiples incidentes en Ojós
El siglo XIX no comenzó con buen pie para Ojós. Las parcialidades y desafueros de los nobles que ostentaban el poder en la villa dieron lugar a múltiples incidentes. Todo culminó con los gravísimos actos acaecidos en 1.838, que obligaron a declarar en la villa el estado de excepción.
Veamos seguidamente lo que ocurrió:
Fue durante el antiquísimo baile de inocentes, que se practicaba para recaudar fondos con destino a sufragios por las almas del Purgatorio, y que organizaba ritualmente la Cofradía de las Benditas Ánimas. Bailes que se desarrollaban en las fiestas navideñas, junto con las pujas de aquellos objetos donados al efecto por los vecinos.
Aquellos bailes no estaban exentos en algunas ocasiones de graves incidentes, pues a veces las situaciones eran comprometidas y de cierta violencia. Incidentes que podían acabar de mala manera, con enemistades de por vida, e incluso con muertos y heridos.
Sucedió, que en la tarde del día de Navidad, 25 de diciembre de 1838, en la plaza del pueblo se organizó uno de aquellos bailes, que ciertos personajes denominados “Inocentes” y vestidos con llamativas indumentarias se encargaban de dirigir a su manera, que no era otra que incitar a la gente para recaudar buenos ingresos.
Pero lo que se preveía la fiesta acabó de mala manera, pues los ánimos se alteraron y de las palabras pasaron a los hechos.
La máxima autoridad local, a la sazón el Alcalde constitucional don Pedro Massa España, se vio desbordado, máxime cuando algunos de los que se enzarzaron eran miembros de la oligarquía local, e incuso familiares más o menos próximos.
En dicha tesitura no vio otro remedio que solicitar ayuda militar, en cuanto le fue posible, al Comandante Militar de la Provincia de Murcia, que sin dilación alguna envió como comisionado a don Isidro Navarrete, a la sazón Fiscal de la Comisión Militar de la provincia, acompañado de fuerzas a su cargo. Cuando este destacamento militar se personó en Ojós, tomó posiciones, y fijó e hizo público un bando declarando el “Estado de Guerra” en la Villa y todo su término municipal. Acto seguido el señor Navarrete requirió al Alcalde para que le entregase las diligencias que había principiado, efectuando él por su parte algunos autos y detenciones de implicados.
La situación se puso tan tensa, que los principales protagonistas, previendo las malas consecuencias que podrían sobrevenirles, decidieron hacer las paces. Y poniéndolo en ejecución, el 28, “día de Inocentes”, se juntaron don José Marín Valladolid, don Pedro Massa Lorca, don Francisco Marín, don Bartolomé Massa Talón, don José Massa Melgarejo, Francisco Plácido Moreno, Antonio Moreno Cachopo, José Moreno Salcedo y don Vicente López, quienes ante el escribano del número y ayuntamiento, José Yepes López, dijeron que querían olvidar las rencillas y quedar como amigos y parientes que eran, y se redactó y firmaron una escritura de obligación y concordia. A lo que fueron presentes por testigos, el Alcalde constitucional don Pedro Massa España, don Francisco Massa Lorca y don Francisco Marín Garrido.
Restablecida la calma, el comisionado Navarrete regresó a Murcia con las fuerzas que había llevado a su cargo, y llevó consigo todas las diligencias instruidas, entregándolas al Comandante Militar de la Provincia de Murcia, que a su vez las hizo llegar a la sede en Valencia del Capitán General.
A mediados del siglo XIX la encomienda pierde su poder en el Valle por las desamortizaciones (Desamortización de Mendizábal 1834-54, o la Ley Pascual Madoz 1855), que confiscaron los bienes a la Iglesia y a las órdenes religiosas.
Según el Doctor en Arqueología e Historia Antigua Ricardo Montes Bernárdez, la población de Ojós en 1846 era de 690 habitantes y el número de casas que les albergaban ascendía a 139. Con tendencia de crecimiento, en 1857 las gentes de Ojós ya eran 950 y en 1860 se censaron 991 almas. En esta última fecha el número total de casas se distribuía del siguiente modo:
NUMERO DE EDIFICACIONES
Abénzas 6
Alquibla 3
Arco 4
Barranco 1
Bocorra 1
Calderores 1
Campillo 2
Cañizos 2
Casa del Azud 1
Casón 1
Coya 1
Cuna 5
Charconuevo 2
Chinte 2
Escamez 1
Fuente de la higuera 3
Majar 1
Molino del Infante 2
Naca 4
Ojós 175
Pardicos 1
Pocico 3
Rojo 1
Román 1
Solana 3
Tóllos 1
Vaqueros 1
(Información publicada en el Boletín Oficial de la Región de Murcia BOPM: 20-10-1857)
El Siglo XX
El siglo XX comienza con un auge importante en la población de Ojós. En las tres primeras décadas el municipio alcanza la cifra de 1.346 personas. A partir de estas fechas la población decrece hasta los 628 habitantes en los primeros años del siglo XXI. En estos momentos Ojós se encuentra entre los municipios más regresivos en la Región de Murcia, con un importante descenso de la población en los últimos años.
El sector predominante de la economía en Ojós es la agricultura. Constituye la fuente principal de ingresos para un porcentaje muy alto de la población activa de la villa. A muchos pasos de distancia le siguen el sector servicios, la construcción y la industria. Dentro de la agricultura, algo más de un 50% del suelo de cultivo está dedicado al secano. En los parajes del Valle de Ricote-Huerta de Ojós predomina, sin embargo, el regadío. En este regadío predominan los árboles frutales como el albaricoquero y el melocotonero, les siguen los cítricos como el limonero y el naranjo. En las tierras de secano la superficie cultivada está ocupada principalmente por almendros y olivos.
El Trasvase Tajo Segura y la importancia de Ojós
En la década de los 70' del siglo XX en Ojós tuvo lugar la construcción de un embalse para derivar las aguas provenientes del Tajo a las dos márgenes del río Segura. Este embalse es el Azud de Ojós. El trasvase tiene su origen en el proyecto de obras hidráulicas de Lorenzo Pardo (1.933), que pretendía acabar con el "desequilibrio hidrológico" del país. Esta idea fue defendida por Indalecio Prieto, ministro de Obras Públicas, en la Asamblea de Alicante. La iniciativa fue retomada años más tarde, en 1966, por los planes de desarrollo del general Francisco Franco. Entre esta fecha y 1979 se ejecutaría el proyecto del Trasvase Tajo-Segura.
En 1971 el Estado promulgó una ley conocida como de 'Aprovechamiento conjunto del Tajo-Segura', en la que se establecía un caudal trasvasable de 600 Hm3 en una primera fase y de 1.000 Hm3 en una segunda fase. Los caudales que se trasvasarían a la cuenca del Segura cambiarían con los años, en ningún caso llegaron a alcanzar los números que en un principio se tenían previstos. Desde el Azud de Ojós, en el estrecho del Solvente, se derivan las aguas por gravedad al canal de la margen izquierda y al canal de Crevillente. En la margen derecha se establece una elevación de 150 m de altura geométrica hasta un depósito regulador. Desde este depósito salen las aguas, a través de un canal, hacia el Valle del Guadalentín.
El nuevo turismo de interior y sus beneficios para Ojós
La Región de Murcia ha contado toda su Historia con atractivos que no estaban siendo explotados. La singularidad ecológica y cultural del Valle de Ricote es uno de estos alicientes para el nuevo turismo cultural de interior. El Plan de Dinamización Turística del Valle de Ricote ha conseguido aunar esfuerzos, y que las poblaciones del Valle crezcan en conjunto, y ofrezcan su Historia y naturaleza como fuertes reclamos de atracción para un turismo comprometido con el medio ambiente y deseoso por conocer los entresijos y peculiaridades de este rincón de Murcia. En Ojós ya han visto cómo se construía el Mirador del Jardín del Peñasco, y se adquiría la Casa blasonada de los Marín. Toda una serie de beneficios para esta población que lucha por su supervivencia y por la paz y tranquilidad que siempre han reinado en Ojós.
Fuente:
- REGIÓN DE MURCIA DIGITAL
- BOPM: 20-10-1857
- ARMIÑANA CATALÁ, VICENTE (1981). Nuestras Leyendas. Coleccionable La Verdad. Con el patrocinio de la Caja de Ahorros provincial de Murcia. p. 9
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